El otro día en la mañana quedé muy desconcertada y con la piel erizada por lo que Sophia, una de mis alumnas de preescolar, me había platicado. Ella tiene cinco años y es una niña tranquila, muy participativa y comunicativa en clases. Hace una semana recibimos la penosa noticia de que su madre había sido cruelmente asesinada por su hijo de 13 años.

La madre de Sophia tenía cinco hijos y desde muy joven tuvo que trabajar para sacarlos adelante, pues el padre de todos ellos la abandonó y nunca mas la ayudó con sus hijos. Un día llegó muy cansada a su casa y su hijo mayor no la ayudó a preparar la cena, y cuando ella quiso reclamarle, él empezó a gritarle y le lanzó un florero, golpeándola fuertemente en la cabeza, ocasionando así su muerte instantánea. Luego de unas horas el niño no sabia qué hacer con el cadáver de su madre y llamó a sus amigos para que lo ayudaran a ocultarlo, pero no podían pues se notaria cuando lo buscaran y decidió picarlo en pedazos y hacer una pasta la cual se la aplicó en la portada y a la contraportada del libro favorito de Sophia. La niña muy emocionada porque su hermano le dijo que su mama siempre estaría cerca de ella, llevó el libro al preescolar para contarnos lo que había ocurrido.