Hace algunos años un amigo trabajaba con un sacerdote, este párroco cada medio año llevaba a cabo retiros espirituales en un seminario. Los retiros se hacían los fines de semana cuando los seminaristas gozaban de descanso.
No todos los módulos o edificios de este seminario eran ocupados por los jóvenes o matrimonios que asistían. Mi amigo me cuenta que en una ocasión durante la madrugada comenzó a escuchar unos ruidos en uno de los edificios vacíos, vio su reloj y eran alrededor de las dos de la madrugada.
Como era el encargado de las llaves y de vigilar que nadie estuviera fuera de su cuarto fue a ver, los sonidos que escuchaba era como si alguien anduviera corriendo o jugando, pues se escuchaban algunas carcajadas. Abrió la puerta del edificio, ingreso con una lámpara de mano porque las luces no se encendían como en una casa normal, sino desde afuera y escucho que los ruidos venían desde arriba.
Subió unas escaleras y lo hizo con cuidado para tratar de espantar y regañar a los causantes del desorden, mi amigo creyó que era el sobrino del sacerdote y que también los apoyaba. Abrió con cuidado la puerta de la habitación de dónde venían los ruidos y no hayo nada.
Esto le desconcertó en gran medida, reviso si no había nadie escondido y sin mayores respuestas prefirió retirarse. Al darse la vuelta ya para salir del cuarto, un cuadro que estaba colgado en la pared cayo sorpresivamente, esto lo espanto y ni siquiera tuvo el valor de acercarse para levantarlo cerró la puerta de golpe y como pudo regreso a su habitación.
Ya en su cama y aterrado escucho de nuevo los ruidos, lo que hizo fue despertar a otro de los encargados del seminario y fueron a ver lo que pasaba pero con mucha cautela para no despertar a los asistentes al retiro espiritual. Entraron al edificio, mi amigo espantado el otro incrédulo y cuando todo parecía estar en orden escucharon que se abrían las regaderas.
Fueron a ver dónde se estaban los baños y efectivamente las cuatro regaderas estaban abiertas, cerraron las llaves y se retiraron. Al otro día y ante estas manifestaciones tan extrañas le dijeron al sacerdote lo ocurrido, el cura no les dijo nada pero si entro a rezar a ese edificio. Le preguntaron abiertamente si había fantasmas en el seminario y este guardo silencio.
Tiempo después platique con una señora que le ayudaba al sacerdote en la cocina y me conto que en el seminario a ella también la habían espantado, generalmente los que ayudaban en la cocina se dormían tarde porque cocinaban y preparaban los alimentos para la mañana siguiente. La señora estaba picando verduras, eran como las once de la noche y se encontraba sola en la cocina.
A un lado está el comedor como para unas quinientas personas y aunque una persona camine despacio se escuchan los pasos que da el eco del lugar, mientras ella cocinaba creyó que alguien se acercaba pues escucho unos pasos, después ya no oyó nada así que continúo con su labor. De nueva cuanta escucho pasos pero más cerca, se asomó para ver si venia alguien y no había nadie.
- Comparte este articulo:
- Twittear
no da nada de miedo