Hace muchos años, cuando era niño, el padre de un amigo nos hizo un relato sorprendente. De acuerdo al testimonio de este hombre, cuando era joven, sus amigos y el atraparon a una bruja.
Para esto es necesario hacer la siguiente observación: cerca de donde vivo y donde presuntamente ocurrieron los hechos hay un cerro que antes era conocido como el “Cerro de las Siete Brujas”. Este monte se le puso así porque en aquel entonces apenas se estaba habitando la colonia y solo había siete casas; en las noches como aun no había electricidad, las personas colocaban lámparas afuera de sus casas, y a lo lejos se veían siete luces.
En algunos relatos que he escuchado sobre brujas, se dice que estos enigmáticos seres vuelan en llamas y en este no es la excepción, el padre de nuestro amigo nos contó que en el pueblo se escuchaba el rumor de que en el cerro vivía una bruja. Por curiosidad subieron a investigar y con algo de temor, pues esa bruja solo aparecía en las noches.
Con precaución recorrieron el cerro armados con palos y picos. A los pocos minutos de estar buscando a la bruja, efectivamente hallaron a un ser extraño en cuclillas. De inmediato le echaron una especie de red y lograron inmovilizarla con mecates.
Era un animal parecido a un guajolote gigante, con el rostro de una mujer. Aun no salían de su asombro cuando este extraño ser les pidió que lo soltaran, que a cambio les daría mucho dinero. Mientras estaban meditándolo, la bruja comenzó a brillar y después un fuego la envolvió, logrando quemar los lazos que la sujetaban y huyo volando.
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