Uno de mis primos jugo con sus compañeros de clase con la ouija, ese día salían de vacaciones y de la escuela preparatoria se fueron a la casa de Mónica. Eran alrededor de las siete de la noche cuando comenzaron a jugar con la tabla ouija, la anfitriona al principio no quería pero al final la convencieron.

Comenzaron a hacerle preguntas a la ouija y hasta ese momento nada les había sorprendido pues eran respuestas ambiguas, cortas algunas sin sentido. Para hacerlo más interesante el que llevaba la sesión les propuso que preguntaran en la mente haber que pasaba, se les hizo muy interesante la propuesta y así lo hicieron.

Mi primo hizo su pregunta y la respuesta que obtuvo fue absurda, incoherente, así otros fueron pasando y le tocó el turno a Mónica en la ouija leyeron “No te he abandonado, estoy aquí”. En ese momento Mónica comenzó a llorar debido a la pregunta que le hizo a su papá qué porque la había abandonado pues el señor había muerto años atrás.