¿A quién no le gusta las redes sociales? allí podemos comunicarnos con otras personas, realizar algún comentario bien sea de algo que publiquemos nosotros mismos o el que haga alguno de nuestros contactos, así como también se pueden compartir imágenes o fotos, entre otras opciones.

Les confieso que me encantaba publicar fotos a cada momento, estando en la casa, en la escuela, en el trabajo, en el parque, en la playa, con mis hermanos, padres, tíos, primos, amigos y con cualquier persona que me llamaba la atención. Mis familiares siempre me recomendaban que no publicara tantas fotos porque podría generar un día algún problema, ya que muchas veces no sabemos quién las ve ni con qué intensiones. Pero yo no les hacía caso y continuaba conectado y publicando todo lo que se me ocurría. Hasta que un día me enviaron una foto de mí mismo en donde aparecía en un túnel brutalmente golpeado, sin dedos, sin orejas, parte de la dentadura destrozada, con señales de violación y finalmente muerto. Por si fuera poco, en la imagen salía a un lado la fecha de fallecimiento, y ese día era mañana.

Salí corriendo de la habitación y en las paredes de toda la casa había mucha sangre, aparecían regadas  y pegadas las mismas fotos que había visto en las redes sociales anunciando mí muerte.