Ésta historia tiene lugar en los años 60’s, en lo que en un principio era la colonia Granjas. Una niña (María Eugenia) que regresaba a su casa a semioscuridad después de llevar comida a sus hermanos y empleados en una construcción, decidió cortar camino y atravesar unos matorrales. Ella ya había oído historias de niños que contaban sus encuentros con unos “muñequitos” que aparecían en aquel monte. Desesperada, María caminaba a paso veloz por aquel tramo, cuando logro ver a las figuritas entre la vegetación, al observar su aspecto descubrió algo que la dejaría helada: todos eran semejantes a seres humanos, pero ninguno rebasaba los 15 cm. de altura, con el mismo color de la tierra sin posibilidad de asegurar cualquier tipo de vestimenta.  Con miedo, al ver que el grupo de “enanitos” se acercaba a su camino para cerrarle el paso, ella intento regresar al camino por su lado izquierdo, pero los hombrecillos lo hicieron de la misma forma, en ese momento ella sintió terror, un miedo irracional a lo desconocido, corría buscando un hueco por donde escaparse pero los duendecillos le cerraban el camino en cada ocasión, no fue hasta que al sentir sus garritas jalando sus coletas y su falda que, por acción de la adrenalina es de suponerse, dio un salto inimaginable para ella, saltando el cerco de hombrecitos, quienes emprendieron una persecución tras la fugitiva, arañaron sus medias, piernas y tobillos hasta hacerla sangrar, que al sentir los arañazos corrió aún mas rápidamente y sin mirar atrás hasta llegar a su casa, donde lo que supusieron es que lo que vio fueron ardillas o que lo invento todo, a pesar del notable miedo que tenía la niña. Aunque de hecho ya eran conocidos entre pobladores esos Duendecitos.