Mi vecina una señora de edad siempre tenía cuentos que decirme cuando nos tomábamos un cafecito, así que prometí recolectarlos para mis amigos del Círculo de Miedo, este es uno de ellos.
“La hacienda donde vivíamos quedaba lejos de la ciudad y no teníamos luz eléctrica, por lo tanto nos iluminábamos con lámparas de kerosén o con velas, por eso a partir de las 6 de la tarde ya estábamos dentro de la casa y nos acostábamos temprano.
Un día mi mamá se le hizo tarde en la faena y nosotros; mis tres hermanos y yo nos fuimos a jugar afuera, eran como las 8 de la noche, estaba muy claro porque había Luna Llena, que nos hacía sentir muy extraños, hasta que mi mamá nos gritó.
_¡Entren para la casa no vaya a ser que encuentren lo que no están buscando!
Pero nosotros estábamos tan entretenidos jugando a la cuerda que no le hicimos caso, vuelve al rato a llamarnos y nos dice las mismas palabras como conjurando el mal.
_¡Ya les dije que entren para la casa que ya es tarde y no vaya a ser que encuentren lo que no están buscando!
Le contestamos que ya íbamos pero seguimos jugando, y no paso mucho tiempo cuando vimos a lo lejos una figura que venía caminando hacia nosotros y nos quedamos mirando para saber quien era.
_¿Quién viene a estas horas?—Nos preguntamos.
Lo más extraño era que cuanto más se acercaba más alto se hacía, y cuando ya estaba a pocos pasos nos dio un escalofrío terrible al ver aquella figura espeluznante, altísima y negra como el carbón, lo peor de todo es que sus ojos brillaban en la oscuridad y su rostro quedaba oculto entre las sombras. Del susto corrimos hacia la casa y del tiro entramos atropelladamente, mi mamá al vernos se asustó.
_¡¿Qué es lo que sucede muchachos?!
_Mamá, afuera hay un hombre horrible, alto y oscuro, nos asustó mucho porque se quedó parado frente a nosotros-
_Siéntense a comer, ya vengo.
Ella salió sin contestar, seguro para ver quién era, revisó todo pero no vio a nadie, notamos que estaba muy preocupada y nos pidió que apuráramos la sopa de verduras. Lo raro de todo es que al terminar de cenar teníamos por costumbre contar cuentos, pero ella nos pidió que nos fuéramos a dormir montando el té de malojillo.
_¿Qué pasó mamá, vio al hombre?—Se persignó.
_Gracias a Dios que no, pero sentí su esencia y olía azufre pues era alguien muy malo.
_Mamaíta que miedo…
_Eso les pasó por no hacer caso, para la próxima les puede ir peor, estoy más que segura por ese olor azufre que ustedes lo que tuvieron fue “La Visita del Diablo”.
_¡¿Que nos visitó el Diablo?…!
_¡Si el mismísimo señor de los infiernos, menos mal que no se los llevó.—Estabamos aterrados de lo cerca que estuvimos.–Vamos, vamos ya a dormir!
Nos asustamos tanto que salimos corriendo hacia los cuartos y nos metimos en la cama con ropa y zapatos, nos arropamos hasta la cabeza y ya nadie volvió hablar, cuando mamá entró ya nos habíamos quedándonos dormidos,.
Desde esa noche no volvimos a jugar afuera después de ocultarse el Sol pues sabíamos que nos podía volver a visitar el Diablo.
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