El día marchaba con normalidad hasta que Raimundo recibió una llamada de su hermano avisándole que su mamá estaba muy enferma, a punto de morir. Raimundo vivía en la Ciudad de México y su madre en Querétaro así que rápidamente se fue en su automóvil.

Cuando llego su hermano le dijo que el doctor ya la había visto y que no les daba muchas esperanzas que estuvieran preparados para lo peor, la señora a pesar de estar tendida en la cama tenía lucidez. Lo que pidió fue que le trajeran un sacerdote porque su hora había llegado, Raimundo y su hermano llamaron al doctor y también fueron por un cura.

Raimundo fue el encargado de salir por el sacerdote lo cual sería muy difícil en ese momento, porque el reloj marcaba las dos de la madrugada. Raimundo a pesar de no vivir en el pueblo lo conocían a la perfección.

Llego en su corro a la iglesia donde su madre solía escuchar misa y a pesar de tocar en varias ocasiones nunca salieron, recordó entonces que había una iglesia a unos 15 minutos y se dirigió hacia haya. Llego al otro templo y toco en la casa parroquial, se asomó un sacerdote de avanzada edad y en cuanto lo vio le dijo – padre le suplico de todo corazón que vaya con mi madre, se está muriendo y queremos que la auxilie en el trance – el padre sin titubeos le dijo – claro que si hijo, dame un minuto –.

Al poco rato Raimundo y el sacerdote se dirigían a la casa, – disculpe que no me haya presentado padre me llamo Raimundo, cuál es su nombre – el cura que estaba preparándose para dar los Santos Oleos dijo – mi nombre es el padre Juan –. Llegaron a la casa y el doctor aun no llegaba, entraron a la habitación y el sacerdote se acercó a la enferma.

A los hijos les pidió que salieran al pasillo, a su vez el hermano de Raimundo le dijo al sacerdote que el medico ya no tardaba. El padre respondió – no te preocupes hijo en cuanto llegue el doctor me avisas y yo me retiro –, el sacerdote le estuvo rezando a la madre de Raimundo, la confeso y salió de la habitación. Ya termine hijo, tu madre ya está bien no hay mejor medicina que la palabra de dios.

Hasta ese momento el medico no aparecía por ningún lado y como la madre de Raimundo se veía mejor, ya no les preocupo tanto. Raimundo le dijo – padre muchas gracias, cuánto le debo – el cura de avanzada edad sonrió y le dijo – nada hijo, solo llévame a mi parroquia por favor –.

Raimundo atendió con gusto la petición del padre, cuando regreso a la casa de su madre ya había llegado el médico. El galeno estaba sorprendido con lo que estaba viendo, – pero si esto es un milagro, tu madre estaba muy enferma y no había esperanzas –. Le comentaron lo que había ocurrido y el doctor solo les pidió que la llevaran en dos días a su consultorio para practicarle una revisión.

A la mañana siguiente Raimundo y su hermano convencidos de que habían vivido un auténtico milagro fueron a visitar al padre Juan para agradecerle. Llegaron al templo, tocaron y los recibió un sacerdote joven – hola buenos días, venimos a visitar al padre Juan, le traemos este humilde obsequio ayer se portó muy bien con nosotros, nos hizo un milagro – el sacerdote que los recibió los miro con incredulidad y les pregunto – que aspecto tenía el sacerdote, porque aquí hay dos Juanes –; a es un sacerdote de avanzada edad, de buen humor – respondió Raimundo –, bueno – dijo el sacerdote – debo ser franco no hay dos sacerdotes con ese nombre yo soy el único y les puedo decir que el padre Juan murió hace tiempo, el no falleció aquí sino en su tierra pero con ustedes ya van dos que me comentan lo mismo.

Raimundo y su hermano quedaron desconcertados pero no dudaron de la palabra del cura, dejaron el obsequio consistía en una despensa y se retiraron del lugar.

Es una experiencia que más de terror la ven como una prueba de fe, que dio nos habla a traves de personas buenas a pesar de que estas ya hayan muerto.