Desde que tengo uso de razón, sólo pude tener un solo amigo. He tenido muchos conocidos y compañeros, pero sólo conocí a una persona que por muchos años consideré mi mejor amigo. Con él pude realizar las más divertidas aventuras, conocía todos mis secretos al igual que yo los de él, nos tratábamos como hermanos y me acompañaba a todos los lugares sin decirme que no, y era el mejor consejero que cualquier individuo desearía tener a su lado.
Un día regresó su papa de Alemania y decidió llevárselo a ese país para que pasara allá unas vacaciones. Unas semanas previas al viaje la pasamos increíble, éramos más inseparables que nunca, aunque en el fondo de mi corazón estaba muy triste porque pasaría un tiempo sin ver a mi amigo, pero estaba feliz porque sabía que ese era uno de sus más anhelados sueños (conocer Alemania).
La noche antes de partir le hicimos una pequeña fiesta de despedida en compañía de la familia y yo me quedé a dormir en su casa. Llegó el día de viajar y con lágrimas en los ojos nos dimos un fuerte abrazo y nos dijimos un ‘hasta luego’, pero eso no fue así, ya que el avión donde iban se destrozó por completo en el aire producto de un rayo, no se pudo rescatar ni un sólo cuerpo, todo se desvaneció como polvo. Cuando me dieron la noticia no lo podía creer y comencé a llorar sin parar.
La semana pasada tenía mi teléfono y me encontraba viendo unas fotos de mi mejor amigo y de repente recibí una llamada perdida, cuando revisé el número se trataba del número de mí amigo que aún estaba registrado en mi teléfono, pero que desde el día de su muerte sus familiares habían dado de baja para evitar que otra persona lo tuviera. Hablé de inmediato con sus tíos y les expliqué lo sucedido, dijeron que era imposible que me llamaran desde ese número pues ellos mismos se habían encargado de sacarlo del sistema. Desde entonces continúo recibiendo la llamada perdida todos los días sin saber de quien se trata.
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