Germán un joven cirujano recién egresado se enfrentó ante su primera operación a corazón abierto, una niña de 15 años, la niña no resistió la operación y falleció casi al inicio de la cirugía.

Germán se sintió muy mal, fracasado, triste, deprimido, paso toda la tarde sentado en un rincón del quirógrafo sin hablar, y por la noche al terminar su turno se retiró y al entrar al elevador, se encontró a una mujer que se le acerco y le pregunto ¿que le ocurría? El le relató lo ocurrido, la mujer lo abrazo y le dijo que no se sintiera triste pues no había sido su culpa que se sintiera tranquilo pues ahora la niña, estaría con su madre, en ese momento se abrió el elevador y cuando la mujer iba a salir Germán la tomo de la muñeca para agradecerle, quedándose con una cinta de color negro que llevaba como pulsera.

Al cerrarse la puerta el levanto la vista y vio al final del pasillo, a la mujer juntó a la niña que había fallecido en la operación, ambas lo miraban y le sintieron el cayo desmayado.

Más tarde despertó, en la sala de urgencias donde les relato a sus compañeros lo ocurrido en el elevador, Ellos le confirmaron que esa cinta de color negro que el tenía sólo les era colocada a los fallecidos y al revisarla y ver los datos, descubrieron que pertenecía a la madre de la niña fallecida 10 años atrás en el mismo hospital.