En un pequeño pueblo al interior de la Industria Coresa, aproximadamente a unas 6 millas de San Juan encontraras un pequeño rio que te conduce a una zona montañosa de difícil acceso.

Los pobladores de este lugar dicen que hace muchos años, una noche comenzaron a escuchar la voz de una pequeña niña que pedía auxilio, dicen que los gritos de la pequeña eran tan desgarradores tal como si la estuvieran lastimando; la pequeña pedía que la dejaran en paz que ya no la lastimaran.

Estos gritos se llegaron a escuchar por mucho tiempo, los lugareños decían que en algunas ocasiones escuchaban golpes seguidos de los gritos y llanto de la pequeña, en otras ocasiones escuchaban a varios hombres burlarse de la desgracia de aquella niña. Al pasar de los días los gritos de la niña se fueron escuchando cada vez menos tal como si estuvieran más lejos.

Una noche en la que la luna se escondido detrás de las nubes se escuchó un grito tan espantoso y desgarrador que estremeció a todos los lugareños, quienes intentaron ir en busca de la pequeña pero por lo feo que estaba el rumbo a donde se había escuchado aquel grito no pudieron llegar, pero todos acordaron que a la mañana siguiente apenas hubiera luz saldrían en busca de la pequeña para salvarla de esos hombres a quienes parecía que les gustaba disfrutar ver sufrir a esa pequeña.

Al día siguiente varios hombres salieron armados con palos y machetes, pero al llegar al lugar encontraron el cuerpo de la pequeña colgado de un árbol, nadie podía creer lo que estaban viendo y menos que ella haya podido hacer eso. Uno de los hombres, el más joven de ellos subió hasta la rama donde habían amarrado la soga con la que colgaron a la pequeña para cortarla mientras los otros sostenían su cuerpo. La pequeña fue enterrada en ese mismo árbol ya que nadie la conocía y no querían arriesgarse a que se les culpara de algo.

Actualmente esta zona aún sigue despoblada pues dicen que el alma de la pequeña aun ronda buscando vengarse de quienes le hicieron daño.