Se dice que una ves una mujer, que siempre iba a lavar su ropa al río, se encontró con un hombre, a quien solamente con verlo. la invadió una extraña sensación de felicidad, pues este hombre se parecía enormemente aun novio que ella había tenido en su adolescencia, antes de casarse.

Desde entonces, esta mujer cuando iba al río, siempre volvía a su casa llevando grandes cantidades de pescado, situación que no era muy normal y que eventualmente hizo sospechar a su esposo que allí había algo raro. Obviamente ese pescado era regalo del hombre que la mujer veía a escondidas de su marido cuando iba al río.

Así pasó algún tiempo y la mujer siguió encontrándose con aquel hombre, sin imaginarse que en realidad, se trataba de un hombre culebra.

Un día, el esposo que cada ves estaba mas intrigado por las tardanzas de su mujer cuando iba al río y las grandes cantidades de pescado que llevaba, así que decidió seguirla.

El marido se escondió detrás de unos arbustos de modo que no lo pudieran ver y fue entonces que descubrió que había un hombre culebra junto a su mujer! y que ella parecía estar hechizada pues no parecía darse cuenta de ello.

-Tengo que hacer algo para que esa mala mujer se vaya con ese hombre culebra.

Pensó decepcionado el marido. Enseguida corrió a hablar con un brujo y le pidió consejo:

-Te voy a dar un remedio, pero debes seguirlo al pie de la letra para que te deshagas de tu mujer y de la culebra.

Al día siguiente, el hombre hizo todo lo que el brujo le había aconsejado; siguió a su mujer y cuando apareció el hombre culebra, el esposo se acerco cuidando de que no lo vieran y le quitó un poco de piel, la cual se desprendió con gran facilidad puesto que la culebra estaba mudando la.

Al otro día el esposo preparó una bebida con pinole a la que le agregó la piel de la culebra perfectamente molida y se la dio a beber a su mujer.

-Mira, te preparé un poco de pinole

Dijo el hombre y esperó a ver los resultados del remedio
-Gracias- respondió la esposa y se tomó el brebaje y se lo tomó sin sospechar nada.

Enseguida la mujer empezó a revolcarse, se le pusieron los ojos rojos y comenzó a vomitar.

El hombre pensó que su mujer se iba a morir, así que sacó a sus hijos de la casa y cuando volvió a entrar vio asustado como en el centro de la vivienda, en el suelo se empezó a formar un gran hoyo, apresurado, arrojó en el agujero todas las pertenencias de la mujer así como sus animales (Gallinas, perros, Etc.) Después salió de la casa apresurado y encerró a la traidora.

Pasado un tiempo, cuando ya no se escuchó ningún ruido en el interior, el hombre entró y observó que el hoyo lo había cavado el hombre culebra y que por alli había rescatado a la mujer y la había llevado consigo.

Se dice que como sus pertenencias también cayeron al hoyo, de cuando en cuando se escuchan un perro, un gato y unas gallinas, cuyas almas siguen aun en aquel lugar.

Desde entonces, nadie vive cerca de aquella casa

Adaptado del libro “Leyendas de brujas, duendes y naguales”