A veces me pregunto qué les pasa a los hombres, o ¿debería decir a las mujeres?
¿Por qué somos tan estúpidas y nos entregamos al amor y junto a esa entrega damos TODO: cuerpo, alma, espíritu?

Conocí hace años por Internet a quien supuse era “amor de mi vida”. Me enamoré con el tiempo.

Sus susurros, el escuchar cosas hermosas que nadie me había dicho hasta que lo conocí a él, su rostro casi perfecto, era “el hombre ideal”. Me enamoró a los días de conocerlo detrás de la cámara web.

Tuve un novio en mi vida “no virtual”, pero no nos llevábamos muy bien. Dejábamos y volvíamos y así.

Pero al que yo sentía como “Mi amor” era a él.  Ese amor que hablaba conmigo todos los días, con quien intercambié fotos, con quien compartí intimidades, con quien mantuve charlas interminables por teléfono. Todos los días hace exactamente cinco años. ¡Cinco años! Pero hoy no será igual. No.

¡Estábamos enamorados!… Al menos eso creí hasta ayer, que me enteré que se casará con su novia. Con esa novia a la que según él,“no amaba”, porque estaba enamorado de mí. Esa novia con quien compartía vacaciones, noches de pasión, cenas románticas, y todo lo que alguien que ama espera de su pareja.

Al tiempo de conocernos, me pidió que me fuera deshaciendo de todas las cosas que me unían de mi pasado y que él haría lo mismo. Repitió una y mil veces que si bien él mantenía una relación, y se le podía llamar “novia”, ni siquiera la tocaba. Eso me dijo. Dijo que era a mí a quien amaba, y los miles de kilómetros que nos separaban en realidad servían para afianzar más nuestro amor.

¿Pero, no comprendo por qué la mentira? Porque él me pedía y exigía, -prácticamente- que me deshiciera de todo lo mío, y decía que él también lo haría… Yo cumplí con mi promesa, pero él….¡Él siguió su vida!
Siguió con su vida real, no con esa que me contaba a mi, porque era mentira que no sentía nada con su novia.

Las charlas conmigo en realidad eran el preámbulo para derramarse sobre ella después. Yo sentía que me hacía el amor tan solo hablando por teléfono, y él no hacía más que burlarse.

¡Qué irónica es la vida! Soy amiga de su novia y ni siquiera lo sabe. También la conocí por Internet.

Para mí fue fácil deshacerme de mi relación. Unas pastillas en una copa de Martini fingiendo una noche romántica, un “accidente” en una bañera repleta de agua y listo. ¿Pero por qué me obligó? ¿Para qué, si él siguió con su vida y con su verdadero amor?

En fin amado…. no temas, no haré ningún espectáculo en tu casamiento hoy. Por supuesto asistiré, pero no habrá escenas de celos.

Llega la hora, y me preparo para ir a tu boda –a mi funeral- debería decir. Voy. Ella me ve, y se acerca y me agradece que esté allí.

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“No iba a fallarte” – le dije a mi amiga virtual…
Al verme, los ojos de él parecían salirse de sus órbitas… y yo sentí un verdadero orgasmo con su terror, porque fue justificado.

El hermoso vestido blanco de cola larga de la novia, su corona blanca, las flores blancas, y lo más cómico, el smoking de él, blanco también, se tiñeron de rojo.

¡Eso sí, mi vestido no se ensució! Porque al menos eso, rescataré de todo lo que me obligó a destruir, a deshacer y … a matar.