La Montaña del Encanto está embrujada, o mejor dicho encantada, tiene una leyenda, la cual dice que a pesar de lo misteriosa y solitaria que es, se le puede visitar en cualquier época del año, menos en Semana Santa, lugareños y bomberos afirman que el que se atreve hacerlo, “la montaña encantada le reclama un muerto”, quien se torna automáticamente en un ánima errante de la montaña por maldito sortilegio.


Es por eso que se dice que si van diez excursionistas regresan nueve, si son siete, regresan seis, es decir; siempre se queda uno en la montaña, pues desde antaño por maldito conjuro, el que visita en Semana Santa la montaña tendrá todos los percances habidos y por haber; surgen desacuerdos, separación, te atraen y suelen extraviarte, donde las “Ánimas del Eco” pronuncian nombres que se convierten en siniestros y tenebrosos, no se deben contestar, si no se pierden y nadie los encuentra jamás para que se queden en la montaña.


Todos estos seres son conjurados por la propia naturaleza que castiga así al invasor que viene a dañarla o irrespetarla, y protege al que tiene buen corazón, apareciéndoseles “Ánimas Encantadas o de la Montaña” que los ayudan a salir de ella, aparecen de repente como nobles ancianos que cargando leña o buscando hierbas guían al excursionista perdido si encuentran en ellos algo de bondad, o simplemente les advierte de algún peligro; fuego, lluvias, pozos, animales peligrosos y desfiladeros, momento en el que deben abandonar la montaña encantada.

Lala y Beatriz Ferreira G