Hace muchos años en Lo Gallardo llegaron unos sacerdotes jesuitas de vista pero uno de ellos llevaba una misión, en este poblado como en cualquier otro que esta apartado de las grandes urbes las personas son muy reservadas y poco creyentes por lo que el sacerdote pensó que sería una buena idea comenzar su misión en ese lugar.
Al principio los lugareños estaban inconformes con la llegada del padre y no le hacían caso pero poco a poco el sacerdote se fue ganando su confianza, como una muestra de su buena voluntad el cura decidió hacer una procesión a San Pedro el santo patrono de Lo Gallardo, dicha procesión seria por el río lo cual emociono mucho a los lugareños, todos participaron en la construcción de un bote en el que iría el padre con la imagen de San Pedro.
Pasados los días y terminado el bote el cura convoco a una reunión para navegar por el rio en compañía de todos los pobladores, los hombres más fuertes ayudaron a subir la imagen del santo al bote mientras que las mujeres llenaban el bote con flores y algunas veladoras, el padre se subió al bote en compañía de uno de los lugareños quien comenzó a remar. Al llegar a un punto del río el padre se puso de pie en uno de los extremos del bote y comenzó a dar una pequeña misa, de pronto sin darse cuenta de que estaba al borde del bote el padre tropezó y cayó al agua.
Todos los lugareños al ver lo que le había sucedido comenzaron a reírse lo cual hizo enojar mucho al cura quien comenzó a gritar y maldecirlos diciéndoles que si no construían una iglesia en su poblado el río se los llevaría. Todos tomaron las palabras del sacerdote sin importancia, al día siguiente el sacerdote decidió retirarse de Lo Gallardo y esa misma noche hubo una tormenta que hizo que se inundara todo el lugar.
Hoy en día el pueblo tiene su iglesia aunque se sigue inundando todos los Gallardos están preparados para sobrevivir.
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