En mi adolescencia, -de esto hace ya casi 7 años-, conocí a un chico de quien me hice muy amiga: Carlos. Aparentaba tener entre 16 y 18 años, no más. Era muy educado, culto, y tema que se tocaba tema del que daba cátedra. Llamaba la atención su sapiencia para la edad que tenía.
Un día, en una de nuestras conversaciones profundas tocamos el tema del vampirismo. Yo confesé que, -aunque me daba un poco de vergüenza decir lo que iba a decir- , y que -aunque temía él me tomara por loca-, a mí me hubiese encantado conocer a alguno. Me intrigaba mucho saber cómo eran, físicamente y si vivían de manera parecida a los humanos. El me miró serio y sus ojos se clavaron en los míos de manera profunda… y dijo: “estás con un vampiro”.
Quedé dura y estupefacta porque no sabía de qué manera reaccionar. Era algo extraño. Por un lado le creía y por el otro no. Nuestra amistad permaneció intacta, pero ese tema se acabó allí.
Pasó el tiempo, y una noche me enteré que se llevaría a cabo un concierto de rock en un lugar parecido a un sótano. Fui vestida normal: jeans, campeones, camisa, y me encontré con mi amigo Carlos. Me acerqué para saludarlo, pero tuvo una reacción que no entendí. Se puso nervioso, me dijo que me fuera de allí lo antes posible. Yo no comprendía y no me dejó repetir mi pregunta “¿por qué debo irme”? y casi me empujó para que saliera. Preferí obedecerle. El lugar, se estaba tornando insoportable en cuanto al ambiente. Al principio estaba todo tranquilo, y luego comencé a ver espectáculos nada gratos: orgías a mi alrededor, de las cuales hasta hacía un rato no existían… Me sentía incómoda, por lo que pensé que la idea de mi amigo de que me fuera, estaba respaldada por eso mismo que vi.
Mi amigo no me acompañó a la salida. Yo me dirigí hacia la puerta y el portero me preguntó a dónde iba. Le dije: -“me voy” y me contestó: -“pero lo mejor está por comenzar” y además –“no puedo dejar salir a nadie ya que la policía estaba rondando el lugar y podrían detenerte”.
Volví de nuevo al lugar donde se encontraba Carlos y cuando intenté explicarle no me dejó. Se puso furioso, dijo que debería irme antes de que fuera tarde…¡Pero ya era tarde!
Se empezaron a sentir gritos, y un grupo empezó a atacar a la gente, y luego otro grupo hizo lo mismo, luego me di cuenta que estaban mordiendo y lamiendo sangre de la gente que había asistido al concierto.
Carlos me dijo que la fiesta era una trampa. Sus primos la habían hecho para atrapar gente, y así tener cena segura. Carlos me cuidó durante la carnicería en que se había transformado el lugar. Cuando sus primos intentaron atacarme, decían que yo había presenciado demasiadas cosas y que sería un peligro, pero Carlos les dijo que él respondía por mí, que me dejaran en paz.
Luego, me acompañó hasta casa.
En el camino intentó explicarme, pero yo le dije que no hacía falta, que los vampiros son depredadores y yo lo sabía, y que no sería yo quien lo juzgara.
Desde ese día, nos hicimos aún más amigos.
- Comparte este articulo:
- Twittear