En el lugar de las cruces, muy cerca del mar entre grandes y viejos eucaliptos se encuentra una cueva llamada, la cueva del indio. Se dice que el suelo de la cueva está cubierto de lajas, fuera de la cueva una pequeña gruta donde está posada la imagen de la Virgen de Lourdes.
Cuenta una vieja leyenda que hace muchos años, en la cueva del indio las personas entraban en ella para poder explorarla, cada vez que alguien entraba un suceso extraño ocurría, la gente se perdía y nunca más se volvía a saber de ellas.
Un día un astuto explorador decidió recorrer la cueva e investigar cual era el misterio que escondía y por el cual las personas anteriores nunca pudieron salir, así que amarrado con una soga de la cintura se adentró en ella mientras a fuera lo esperaba otra persona quien sostenía la soga; el ayudante del aquel explorador muy atento a lo que pudiera pasar veía correr la cuerda por entre sus manos, el tiempo transcurría y el explorador no salía, de pronto se escuchó un grito desde dentro de la cueva que decía: “Sáquenme de aquí”; la persona que esperaba afuera asustado comenzó a tirar de la cuerda con todas sus fuerzas pero al llegar casi al final de ella se dio cuenta que la soga salió sin el explorador, asustado por lo sucedido corrió a buscar ayuda.
Desde ese día los habitantes cercanos a la cueva tomaron la decisión de sellar para siempre la entrada de aquel lugar y frente a la entrada en la pequeña gruta que quedo pusieron la imagen de la Virgen de Lourdes para que ella custodiara la entrada y evitar así que más personas entraran en ella así mismo evitar las almas de los que murieron dentro escaparan y ayudarlos a descansar en paz.
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