Tras de haber tenido un accidente automovilístico y haber durado tres meses en el hospital Leonel al fin había salido de aquél lugar que ya comenzaba a incomodarlo, tuvo suerte de haber salido con vida decían los doctores, pero solo le había quedado una pequeña comezón en el ojo izquierdo, además de que su color se había tornado rojo, tras estudios que le hicieron y no encontrarle mal alguno le dieron de alta, solo unas gotas para evitar la comezón fué lo único que le dieron como medicamento. La gente por la calle lo veía como algo raro, su mirada con el ojo rojo tenía una extraña fuerza que imponía a cualquiera.
Los días comenzaron a transcurrir y la comezón continuaba, las gotas solo le calmaba por un momento la comezón, una mañana que salía de su hogar al ir por la calle el ojo le empezó a dar comezón, vio una pareja que venían por la calle, pero la cara de aquellas personas estaban desfiguradas, descarnadas, era como si su piel se estuviera derritiendo, Leonel no pudo evitar gritar ante la mirada de aquella pareja, estos a la vez se retiraban de él creyendo que estaba loco, Leonel corrió de aquél lugar, su ojo le ardía tanto que lo talló y puso unas gotas en él, después de un rato sintió alivio, Leonel siguió su camino, empezaba a ver normal a la gente, abordó un autobús un tanto nervioso se sentó en la parte de atrás, el autobús avanzaba y hacía paradas cortas, gente subía y bajaba, mientras Leonel no dejaba de pensar en las horribles visiones que tuvo, una nueva parada detuvo al autobús un hombre gordo subía, Leonel empezó a tallar su ojo, esa comezón se hacía presente, la mirada de aquél hombre gordo se había clavado en el asiento trasero donde iba Leonel, el rostro de aquella persona comenzó a cambiar, su cara comenzó a llenarse de ampollas que se iban inflando y reventando a la vez que salía pus por ellas, sus manos se hincharon de manera que parecían globos a punto de explotar, Leonel gritaba al chofer que detuviera el autobùs, el chofer molesto por los gritos de Leonel paraba metros adelante la unidad, abría la puerta trasera y Leonel bajaba corriendo y se perdía entre los carros estacionados, agotado de tanto correr se sentó en una banca de un parque, a lo lejos se veía venir a una anciana acercarse ,Leonel tenía miedo de volver a tener esas alucinaciones con aquella anciana que ya se acercaba, cuando la anciana se acercó a Leonel, se sentó junto a él y le dijo” tu ojo ve más allá de lo normal”, Leonel sorprendido le preguntaba como es que ella sabía lo de su ojo, la anciana rió y al voltear a ver a Leonel, este vió que ella traía un ojo rojo igual que el de él, Leonel lleno de miedo le preguntaba quién era y que quería de él, la anciana sonreía, se levantaba y se alejaba mientras decía “los demonios vienen por ti”, Leonel se levantó para ir tras la anciana pero ante sus ojos se desvaneció, desesperado fué en busca de una iglesia quería platicarle a un padre lo que le sucedía, pronto llegó a una pequeña capilla, fué al confesionario espero su turno, cuando al fin le tocó se hincó y le dijo al padre que necesitaba confesarse, una voz dentro del confesionario le respondía, “dime tus pecados hijo”, Leonel iba a comenzar a decir su experiencia, cuando del interior un gruñido de una bestia lo interrumpió, mientras una larga cola roja comenzaba a salir del confesionario, Leonel se asomó y un demonio se encontraba sentado a la vez que reía, Leonel salía corriendo, mientras que la gente que se encontraba en las bancas lo veía sorprendida, Leonel en su desenfrenada carrera no se percató al cruzar la calle que venía un camión y lo arrolló, el chofer bajó del camión y se acercaba al cuerpo de Leonel que agonizaba, Leonel miró la cara del camionero, era la cara del demonio, pero solo tenía un ojo, el camionero se agachó, extendió su mano con grandes uñas y le sacó el ojo rojo a la vez que se lo ponía y una carcajada se escuchaba, mientras este se subía al camión y se marchaba.
A las afueras de la ciudad acababa de impactarse un auto con un camión, metros adelante se detuvo el camión ,de él bajó un hombre alto y fuerte se acercó al auto que se encontraba destruido, el chofer y el copiloto habían muerto, solo un hombre que viajaba en la parte trasera, quedó atrapado, dando gritos de dolor, aquél hombre se acercó y cuando el herido lo vio se desmayó de la impresión, era el demonio que se acercó, extendía su brazo y con una larga uña le sacaba el ojo al herido y le ponía su ojo rojo, a la vez que se alejaba riendo, mientras decía “pronto nos encontraremos”.
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