Ricardo era un joven de 24 años que por fin había encontrado un trabajo estable y con muy buena paga, por lo cuál decidió buscar un apartamento propio y dejar su hogar.
Ricardo encontró algo que era de su total agrado, un pequeño departamento ubicado en La Condesa, D.F. Era perfecto para él: piso de madera, una sala, cocina, baño, cuarto, buena ubicación… Todo era perfecto… O al menos eso creía.
El día que llegó con el camión de mudanza empezó a instalarse, la noche le ganó, pero logró acomodar gran parte de sus pertenencias, al ver que ya era de noche y por lo cansado que se sentía, decidió dormir… Su primera noche sólo… O bien, el pensaba que estaba sólo…
En la madrugada, un ruido lo despertó, era un ruido que provenía del clóset de su cuarto, era un ruido como si algo estuviese masticando la madera, pero más abundante, por lo cuál se levantó y tomó un bate de metal que estaba en una de las cajas de mudanza, prendió la luz y abrió el clóset, pero para su sorpresa no había nada, Ricardo pensó que era el crujir de la madera por los cambios de temperatura… Apagó la luz y retomó el sueño.
A la noche siguiente, el mismo ruido extraño lo despertó, hizo exactamente lo mismo y pasó exactamente lo mismo… Lo único que notó es que el crujido aumento de intensidad, no mucho, pero sí un poco.
Pasaron varias noches con la misma situación, Ricardo hacía lo mismo y pasaba lo mismo, sólo que podía notar que conforme iban pasando las noches iba incrementando la intensidad de aquél crujir extraño y lo raro es que el clóset no tenía nada por dentro, ni rasguños o mordeduras, absolutamente nada…
A la madrugada siguiente, Ricardo se despertó por ese mismo crujido, pero esta vez se armó de valor y no tomó el bate y no prendió la luz, decidido a ver que pasaba, abrió el clóset en la misteriosa oscuridad del cuarto… A la mañana siguiente, una vecina encontró a Ricardo en el pasillo del edificio con la cara destrozada y sin ojos… Con un vacío penetrante en su cara sin ojos…
Moraleja: si tienes un clóset y quieres saber que es lo que vio Ricardo, tan sólo déjalo unos centímetros abierto y espera a que truene y quizá veas lo que vio Ricardo por última vez…
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