Siempre me sentí atrapada por el mundo gótico y con todo lo que se relacione con este. Ya se trate de esoterismo, vampirismo, sadomasoquismo entre tantos otros. En todas sus formas, siempre me llamó la atención.
Empecé por esa razón a involucrarme poco a poco en esos temas, leer libros, artículos, de ese mundo que tanto me apasiona y por ese motivo empecé a asistir a fiestas góticas. Se trata de fiestas privadas que se llevan a cabo una sola vez al mes. No sé por qué motivo, pero es religiosamente, una vez por mes y no más.
Un viernes 13, conocí a una persona en un bar, y me acerqué a él, por la manera en como lucía. Era todo un gótico. Al verlo con características Dark, obviamente la que me acerqué fui yo, y saqué el tema. Me habló de una fiesta que se llevaría a cabo ese día. Me invitó -según me dijo-, porque vio en mí, un genuino interés en ese mundo. Sino, -dijo- jamás te hubiera invitado.
La noche y la luna llena de ese viernes 13, conformaban un escenario ideal para dicho evento. Llegada la hora me vestí, me arreglé minuciosamente para la ocasión, y salí rumbo al lugar.
Cuando llegué me gustó el ambiente, un lugar oscuro, sin electricidad y con muchas velas, que eran las encargadas de alumbrar el gigantesco salón donde se llevaría a cabo la fiesta.
Todos vestidos de negro acentuaban aún más, la misteriosa fiesta y las extrañas personalidades que allí se encontraban. Todos lucían radiantes, pero temibles, y tenían colgado en su cuello, un pentagrama con la figura del diablo. Muchísimo maquillaje en su rostro, -negro- y los labios los tenían pintados de un color rojo pero muy fuerte, que contrastaba con ese negro mortuorio…
Aquellas personas que fueron invitadas como yo, y no eran del “grupo” resaltaban justamente por llevar vestimenta “normal”. Yo no era el caso, pues, dada mi pasión por todo lo gótico, me había comprado un vestido negro, larguísimo y mi maquillaje era casi idéntico a los de los góticos puros.
Pasé a otro salón y lo que vi me dejó estupefacta: allí, con la puerta abierta y con acceso a todo aquel que quisiera pasar como entré yo, se estaban llevando a cabo orgías de todo tipo. Homosexuales, lesbianas, bisexuales que copulaban sin el más mínimo recato. Para ellos eso era una “práctica normal”, y por lo que luego me enteré se llevaban a cabo siempre en ese tipo de “fiestas”. También presencié actos de sadomasoquismo, donde los góticos se golpeaban unos a otros con cadenas, y se cortaban pequeños tajos en la piel y luego bebían su sangre.
Yo fumaba mientras miraba medio encandilada la situación y tomaba mucha cerveza. Se acercaba la hora de un espectáculo que estaba en boca de todo aquel que estaba en esa fiesta, y se trataba de un show de sadomasoquismo, pero más escalofriante aún que el que yo había presenciado en el salón de al lado.
Se apagaron algunas velas, y ante un silencio gélido apareció un hombre de estructura gigante y con su cuerpo repleto de tatuajes, y una mujer también corpulenta, con sotana negra. Entre los dos, traían a una muchacha de trece años que venía a los gritos, y pidiendo auxilio.
Obviamente mi pensamiento, al igual que el de los otros no góticos que estábamos en la fiesta, era que se trataba de una excelente “actuación” de la muchacha, mientras todos los Dark miraban con sonrisa diabólica.
Lo que vi no puedo expresarlo con palabras, pero intentaré contarlo lo mejor que pueda. El hombre y la mujer que traían a la muchacha, la soltaron por un momento. Igual no podría moverse mucho, pues tenía encadenados los pies y las manos.
En menos de un minuto, acercaron al centro del salón, donde se llevaría a cabo “el show” una toalla empapada, y también acercaron algo parecido a una reja.
Pude ver lo peor. Ataron a la chica a la reja eléctrica, le pasaron por todo el cuerpo la toalla mojada y el hombre hizo contacto con una picana hacia la reja, electrocutando a la niña.
Pero no la mató de una vez. Era cuestión de segundos lo que duraba esa escena. Esperaban que se recuperara del impacto para volver a repetirla una y otra vez.
Es indescriptible la cara de placer profundo que se veía en todos los góticos. ¡Gozaban realmente de ese espectáculo!
Finalmente, al tercer golpe, la niña cayó al suelo. Y el hombre, que junto a la mujer la habían traído, empezó a hacerle tajos en sus senos, cuello, y brazos… Una vez que la sangre empezó a desparramarse, comenzaron junto con la mujer de sotana, a beber la sangre de la pobre niña.
Disimulando mi malestar y casi a punto de desmayarme, fui al baño, con el corazón latiendo a mil por hora y comencé a sentir gritos escalofriantes que venían desde afuera. Cuando me asomé por la ventana del baño, pude ver a todos los “Dark” de la fiesta transformándose en lo que eran en realidad: vampiros. Estaban haciendo la transformación a su forma real, y dejaban ver los colmillos más blancos y enormes que jamás haya visto en mi vida.
Sus ojos eran de color rojo, y estaban bebiendo la sangre de todos los curiosos que, como yo habían asistido a esa fiesta “por invitación”. Clavaban sus colmillos en los cuellos de los pobres invitados o curiosos, era una verdadera carnicería y ya habían perdido la forma humana, porque ya los habían descuartizado a casi todos.
Por supuesto que lo primero que se me ocurrió fue salir corriendo de allí, y así lo hice, pero la enorme puerta de hierro, -la puerta principal-, estaba cerrada con llave, con un candado de tamaño gigante. De repente sentí un gran silencio. Los gritos no se oían más, y detrás de mí pude percibir una presencia. Cuando giré vi un grupo de vampiros que habían terminado su carnicería, y querían comenzar conmigo. Me mostraban sus garras y sus colmillos y no quitaban su mirada diabólica de mis ojos.
Sólo tenía una escapatoria y una esperanza: que me convirtieran en uno de ellos.
- Comparte este articulo:
- Twittear