En mi vida, se han presentado varios acontecimientos difíciles de comprender, y uno de ellos, ha sido con esa extraña aparición, esta es mi experiencia:

Para comenzar, yo nací en la ciudad de Guanajuato, Guanajuato, una pequeña ciudad colonial donde abundan las historias y leyendas de todo tipo. La leyenda de la llorona, es muy popular entre los habitantes de la ciudad por la cantidad de gente que asegura haberla visto en algún momento de su vida, entre los túneles subterráneos, callejones y zonas alejadas y olvidadas. Yo me mantenía escéptico sobre el tema, y sigo sin entender muy bien lo que sucedió, me siento más tranquilo de relatar lo por este medio, y no estar allí para vivir lo nuevamente.

La casa de mis papas esta en una parte lejana del centro, sobre un terreno elevado, y cerca de un antiguo camino que los mineros usaban para transportar las carretas de minerales de las minas cercanas. Es una zona poco habitada, boscosa y lejana, en ella se ocultan las bocaminas ahora cerradas o cubiertas de ramas. Cuando yo era adolescente, me gustaba pasear con mi bici por aquellos lugares, cuando ya era tarde y apunto de anochecer, por lo regular recorría aquellos caminos durante una hora, sin tener miedo a algún asalto, ya que a esa hora las personas ya no transitan por allí. Me sentía libre en esos momentos, y disfrutaba del viento, del paisaje y de esa soledad. Sin embargo todo cambió una ocasión, recuerdo que era más tarde de lo normal, pero mi recorrido era casi un rito de debía llevar a cabo todos los días. Había salido de casa de mis padres a las seis y media de la tarde, y estaba nublado. Tome mi bici y me puse en marcha a toda velocidad hasta llegar al camino minero. Seguí el mismo ritmo sin detenerme a mirar la gran nube oscura que se formaba en el cielo y que cubría el panorama, parecía un lugar completamente distinto al que frecuentaba. Al llegar a la mitad del camino, hay una desviación, una subida estrecha que conduce a un pueblo minero olvidado, con casas derrumbadas y techos desvencijados. Algunos amigos decían que en el día podías buscar entre las casas viejos materiales oxidados de los mineros y pertenencias de otra época, jamás lo creí. Al pasar por aquel cruce, las primeras gotas de lluvia cayeron sobre mi frente, seguí avanzando hasta una zona con grandes árboles, allí daría la vuelta para volver a casa, al parecer el clima empeoraría mucho en cuestión de minutos. Pero, antes de continuar, una fuerte ráfaga de viento me provoco perder un poco el control de la bici, puse el freno y me baje de ella un segundo, apenas y puse mis pies sobre la tierra, escuché detrás de mí un suspiro muy profundo, como si alguien estuviera a punto de llorar. Al voltear mi vista al cruce, vi a una mujer inmóvil, parada sobre una gran roca, vestía un camisón grisáceo y de un matiz oscuro en los pies, parecía que observaba el piso sin moverse o respirar. Sentí un grito ahogado en mi pecho, y no podía mover mis piernas, no creía lo que estaba pasando.

Ella se deslizo a un costado de la roca, como si bajara, pero sin caminar. En ese momento solo puedo decir que sentí un shock de pánico en mi cabeza y corrí tan rápido sin subirme a la bici. Recorrí al menos cincuenta metros en ese terreno inclinado y la lluvia caía con más fuerza. Antes de llegar al lugar a donde daría la vuelta, en la última curva de la zona, vi nuevamente aquella aparición. ¿Cómo pudo llegar a ese lugar si hacia un momento estaba detrás de mí sobre el camino?

Esta segunda ocasión, fue más aterradora la visión, su cabello enmarañado y muy oscuro cubría su rostro, pero ahora parecía que buscaba algo, movía la cabeza a los lados. Yo subí a mi bicicleta, Pedalee lo más rápido que pude sobre todo en aquel cruce. No me detuve ni un momento en todo el camino, la lluvia me impedía ver bien el terreno, pero tenía la sensación que “ella” venía detrás de mí. Antes de salir de aquel camino y llegar a la carretera, escuché un fuerte grito, lejano y macabro. Jure no volver a ese lugar.

Al llegar a casa, les conté a mis papas lo que me había sucedido. Mi mama se preocupó más por como venía, completamente empapado, mi papa me miraba como tratando de decirme algo, y sólo me pidió que tuviera cuidado en mis recorridos por esa zona.

Mi mama salió de mi cuarto y bajó las escaleras, mi papá espero un momento, y antes de bajar me miro y con voz baja me dijo:

-no le digas a tu madre que yo te dije esto, y no quiero asustarte
-hace muchos años, tu abuelo la buscó por todos los caminos, pero jamás la encontró, tampoco a tu tía… se la llevó cuando tenía tres años.

Gracias, saludos.

Enviado por: Lorian Baptiste Saez