En su búsqueda de nuevos secretos místicos y mágicos, Crowley viajó, entre los años 1901 y 1902, por la India, Ceylán y Egipto. Con gran cantidad de escritos y apuntes, sacados de los más raros grimorios, regresó a Inglaterra, aislándose en sus tierras de Boleskine, cerca del lago Ness, en Escocia. Allí había montado un templo en el que efectuaba los rituales mágicos y amarres de amor prescritos por Abramelim o Abra-Melin en su Magia sacra y magia blanca, y que eran imprescindibles para entrar en contacto con los entes del plano astral, o espíritus superiores.
Poco tiempo más tarde, cuando tenía veintiocho años, contrajo matrimonio con una viuda llamada Rose Kelly. La pareja marchó en viaje de novios por varias ciudades europeas, hasta que llegó a El Cairo. Una vez allí, Aleister convenció a Rose para que pasara con él una noche en la Cámara Real de la Gran Pirámide. Siguiendo ancestrales rituales, evocaron al dios Thoth; tuvieron extrañas visiones y Crowley salió de la Gran Pirámide convencido de que se encontraba en el buen camino para desarrollar sus poderes mágicos y, así, entrar en contacto con las fuerzas superiores invisibles que nos rodean.
El matrimonio prosiguió viaje hasta Ceylán, pero en 1904 regresó a El Cairo, donde alquiló toda una planta cerca del Museo Boulak. Allí, Crowley llevó a cabo una serie de ceremonias mágicas para invocar a Thoth, el dios egipcio de la magia. Y, en medio de extrañas y sorprendentes circunstancias, una potencia angélica que respondía al nombre de Aiwass, dictó a Aleister El libro de la ley (The Book the Law) o Líber Legis, en el que se predice la destrucción de la civilización, tal como la conocemos, y proporciona una guía para formar la nueva era.
Aleister se consideraba el ser elegido para enseñar el nuevo camino, la fuerza mágica que había de servir de antorcha a la nueva civilización, pero su credo sólo fue aceptado por una minoría, aunque actualmente los acontecimientos mundiales parecen darle la razón.
Considerando que reunía mayores méritos que MacGregor Mathers para dirigir la Dawn, dio los pasos necesarios para minar la personalidad de aquél. Vislumbrando la ambición de Crowley, Mathers utilizó todos sus conocimientos ocultistas para enfrentarse a su rival, y el resultado fue una terrible guerra mágica entre los dos colosos del ocultismo inglés.
El orgulloso Mathers despreció totalmente las revelaciones hechas por el ángel Aiswass a Crowley y le envió, por medio de rituales de magia negra, una serie de demonios para que le atacasen. Al parecer, dichos rituales demoníacos fueron sacados por Mathers del libro de Abra-Melin.
El resultado fue que la cama-da de sabuesos de Crowley murió misteriosamente y el criado se volvió loco, tratando de matar a Rose. Aleister, armado con un arpón de pescar salmones, logró encerrar al demente en el sótano, de donde lo sacó la policía.
Una vez repuesto de la sorpresa de ese ataque, Crowley pasó a la contraofensiva mágica. Evocó a las fuerzas goéticas, a las potencias malignas, y los cuarenta y nueve servidores de Belce-bú (Alcanor, Diralisen, Ergamen, Lamalon…) atacaron a Mathers en su residencia de Montmartre (París). Este se defendió con sus artes mágicas del furibundo ataque de los malignos entes, pero aunque quedó con vida, hasta su muerte ya no tuvo fuerzas para seguir luchando contra «la Gran Bestia». S. L. MacGregor Mathers falleció en 1918, sin haber hecho nada sobresaliente en aquellos últimos años. Su salud había quedado muy quebrantada a raíz del asalto de las fuerzas astrales y demoníacas puestas en acción por Crowley. La dirección de la Gol-den Dawn pasaba totalmente a manos de Aleister.
Rose, que estaba dotada del don de la clarividencia, pudo «presenciar» el ataque de dichos entes malignos y los describió a Crowley, quien incluyó las descripciones de algunos de ellos en su obra The Sceníed Carden of Abdullah the Satirist of (El jardín perfumado de Abdullah, el satírico de Shiraz): Nimorup (especie de enano de cabeza grande, largas orejas y labios babosos de un verde bronceado) y Nominon (una especie de medusa grande y esponjosa con una mancha verdosa y luminosa, cual si se tratara de un obsceno revoltijo).
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