La verdad estoy desconcertado porque no encuentro la posibilidad de que tal hecho haya ocurrido en realidad, ¿estaré soñando? ¿Serán solo ideas mías? ¿Ruidos ajenos a mis pensamientos? o ¿de verdad sucedió?

Un día como cualquier otro me encontraba camino hacia mi lugar de trabajo, el viento frío y obtuso soplaba y no paraba de engrincharme los vellos, hacía mucho frio y mi abrigo no era capaz de contenérmelo. Llegando al sitio, me encontré con mi mejor amigo, Carlos, quien me pregunto sobre mi hermana al cumplirse ese día un año de haber fallecido. Entre lágrimas, por el recuerdo, le comenté cómo me sentía  “Mal, Carlos, la extraño demasiado”, le dije. De la nada recibí la noticia de que tenía el día libre y sorprendido me fui a disfrutarlo. No se me ocurrió más nada que ir al cementerio a colocarle flores a mi hermana. Al llegar mi cara de sorpresa impregnaba todo el lugar, pues la tumba de mi hermana no estaba, sólo un hoyo vacío y profundo que sumergía los recuerdos de un triste y desafortunado velorio.

Decidí llamar a las autoridades del lugar para preguntarles qué había pasado, sin sorpresa ninguna culparon a los maleantes que rodeaban siempre el lugar para librarse de la investigación, pero algo en mí andaba mal, tenía un mal presentimiento y de repente mi teléfono comenzó a sonar, asustado de lo que me había ocurrido hace 2 días, contesté con miedo: “¿hola?”, dije con miedo, “Soy yo, Rocío” fue la respuesta. Al escuchar esa voz mis manos comenzaron a temblar y dejando caer el teléfono al suelo, reaccioné, lo tomé y hablé con la que supuestamente era mi hermana fallecida de hace dos años. Quedé de encontrarme con ella en un lugar inhóspito y oscuro, a petición de ella pues no podía estar a la luz del día. Al llegar, noté con preocupación que no se encuentra, empiezo a buscarla y no aparece, hasta que de la nada se detiene la brisa, la noche cae, desaparece la luna, el frío aumenta y frente a mis ojos aparece ella.

Impactado no encontré que hacer, y quedé paralizado, ella tomó mis manos, me dio un abrazo y junto a él me dijo: “Tú fuiste quien me asesinó.” Asustado la empujé, corrí, subí por la baranda de una escalera, atravesé un muro de concreto y ella estaba detrás de mí, en plena corrida, desconcertado por lo que me había susurrado, me quedé atascado con un pedazo de madera que se adhirió a mi suéter gris. Me atrapó y siguió susurrándome lo mismo queriendo tomar venganza. Al final, logró tomarme y sin pensarlo dos veces, arrancó mi cabeza y, lanzándola al vacío, dijo: “Ahora si estaremos juntos por siempre, hermano”. Y esta es la historia de cómo conseguí volverme a juntar con mi hermana luego de un año de haberla perdido.