Mis padres eran una pareja bastante reconocida en la ciudad. Pertenecían a grupos sociales de gran renombre. Mi padre y mi madre eran ingenieros, y los avances que habían logrado en la ciencia los había llevado a la fama y fortuna, pero con la crisis económica todo se vino abajo, y terminamos siendo de la clase baja. Para mí fue un cambio drástico, pues siempre estuve acostumbrada a los lujos y nunca se me negó nada.
Debido a que mi padre se llenó de deudas, y nos embargaron la casa, mi abuelo le ofreció que viviera y trabajara en una vieja finca de la familia, que no era lo mejor del mundo, pero sí abastecería nuestras necesidades.
Cuando nos mudamos, pude notar que todo en esa zona era campo, eso me estresó un poco porque era muy difícil tener acceso a la tecnología, además de que ya no iba a asistir al mismo colegio y sentí que iba a perder a mis amigos. En realidad, me puse a pensar en cómo lograría hacer nuevos amigos, si teníamos pocos vecinos y casi ninguno con hijos de mi edad.
Los primeros días estuve encerrada en casa, no quería salir. Pero luego me di cuenta de que no ganaba nada, así que decidí caminar por un río que quedaba cerca. No llevaba mucho tiempo caminando, cuando encontré pescando a un chico más o menos de mi edad. Decidí saludar, y de ahí comenzamos a entablar una amistad.
Todos los días nos reuníamos y cuando inicié clases en mi nueva escuela, esperaba verlo ahí, pero luego me dijo que asistía a una escuela diferente. Me resultó extraño, puesto que no quedaba otra escuela cerca. Todos los días tomaba mi bicicleta y regresaba lo más rápido posible para pasar el rato con él.
Mis padres empezaron a preocuparse, pues no pasaba casi tiempo en casa, pero un día todo se tornó más extraño para mí. Estaba en el jardín con mis padres, cuando vieron que saludaba a la finca de al lado. Esto desconcertó a mi padre, quién me preguntó que qué hacía y le dije que saludaba a mi amigo que estaba en la ventana de la otra casa. Mi padre asustado me metió a casa, me santiguó y yo quedé confundida. Me explicó que cuando era bebe, mi hermano jugaba con el hijo de los vecinos, pero que con el tiempo, éste último se volvió algo obsesivo. A este niño no le gustaba que mi hermano jugara con otros y solo debía ser su amigo. Viendo que él no aceptaba eso, lo invitó una noche al granero de su familia y ahí incendió toda la paja esperando que mi hermano se quemara vivo junto con él. Mi hermano logró escapar, pero el niño y la familia no. El espíritu del niño quedó vagando por ahí, esperando encontrar otro amigo con quien estar.
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