La brujería en los países nórdicos
La persecución de brujas y hechiceros en los países nórdicos no alcanzó la pavorosa psicosis de otras naciones europeas. Al no aposentarse en ellos la Inquisición, el problema de la videncia, brujería, satánica o no, no se hizo tan general ni despiadada su represión. Por otra parte, la hechicería nórdica estaba muy arraigada en las gentes a través de supersticiones y leyendas, que no veían que fuera la misma tan reprobable. Pese a ello, el fanatismo religioso se infiltró en diversos lugares, y muchas brujas, así como otras mujeres que no lo eran, pagaron con su vida el seguir tradiciones paganas o estar relacionadas con fenómenos parapsicológicos que por entonces nadie estaba en condiciones de estudiar o comprender.
La brujería en los países nórdicos: Noruega
En Noruega, como en todos los países europeos antes de la llegada del cristianismo, se practicaba mucho la hechicería, íntimamente relacionada con sus mitos. También eran expertos en el significado de las cartas del tarot. Es opinión muy generalizada que los primitivos noruegos aprendieron las artes ocultas, la magia o hechicería, de los lapo-nes. Es tradición que la reina Gunilda, que vivió en el siglo X y fue esposa de Erico I, conocido por Blodaexe (Hacha Sangrienta), fue una experta en maleficios y filtros. Se cuenta que vertió veneno en el cuerno en que bebía el hechicero islandés Eguil, pero que éste lo neutralizó por medio de las runas, o caracteres mágicos.
Eguil, en contrapartida, lanzó una terrible maldición sobre Noruega y sobre Erico y Gunilda, soberanos que, de resultas o no de la malfetría, llevaron una vida poco feliz y
, llena de luchas, traiciones, odios y crueldades. Por aquella época, ya Erico. por orden de su padre Haraldo, hizo quemar a ochenta seidmenn o hechiceros en Uppland, entre ellos a uno de sus hermanos.
Con estos antecedentes no debe sorprendernos que en la Noruega cristiana se creyera también en hechiceros, en demonios, en seres monstruosos e invisibles, en brujas dotadas de poderes para desatar horribles tempestades, arruinar cosechas, hacer naufragar embarcaciones, provocar epidemias… Era tradición popular que las brujas se reunían en grandes sabbats por Navidad y el solsticio de verano, en Lyderhorn, una montaña cercana a Bergen; en otras ocasiones lo hacían en Balvolden y Domen; en Dovrefjel, y en Hekla. en Islandia. Algunos de estos lugares se hallaban muy distantes, pero ello no era obstáculo para las brujas noruegas, pues llegaban fácilmente transformadas en gatos, perros, lobos, cuervos…. montando en ocasiones un cordero negro, un enorme perro, una escoba, un atizador…
En el sabbat de la bruja noruega se bebía cerveza e hidromiel, y’ se jugaba a las cartas y se danzaba. A veces «se presentaba el diablo» e intervenía en la fiesta, de manera parecida a como se relata en otras naciones.
Por lo que se refiere a la persecución de brujas, es muy probable que no lleguen a dos docenas el número de procesos que tuvieron lugar en Noruega. El más antiguo quizá sea el que se celebró en 1592 en Bergen, en que un tal Oluf Gurdal fue sentenciado a muerte. Dos años más tarde, también en Bergen, fueron condenadas tres brujas: Ditis Ronckc fue desterrada, mientras que Johanne Jensdatter Flamske (la Flemish) y Anne Knutsdatter, esposa de Kirsten Jyde, fueron quemadas.
No se tiene noticia de otro juicio hasta 1622, en que una tal Synneve se ahorcó ella misma en prisión mientras aguardaba el juicio. Los jueces ordenaron que su cuerpo fuera quemado, irritados por no haberla podido ver sufrir en el cadalso.
En 1650 una mujer llamada Karen Thorsdatter fue detenida acusada de brujería y confesó a sus interrogadores que a la edad de 26 años había entrado al servicio de un hombre que se llamaba a sí mismo Lucifer, quien le había enseñado el maleficio que echaba a perder la leche, en el cual se clavaba un cuchillo en la pared, y el secreto de prevenir los daños a sus propias vacas. Denunció como cómplices a Christen Klod, que montaba un ternero, y a Sidsel Mortensen, viuda del burgomaestre, que lo hacía en un atizador. Ella misma solía montar un gato. De esta guisa acudían al sabbat volando por el aire.
Karen y una tal Bodil Kvams confesaron haber tratado de matar a dos magistrados por medio de la magia; ambas fueron sentenciadas a ser quemadas en Kristiansand. En esta misma ciudad del sur de Noruega tuvo lugar el proceso contra la bruja Karen Snedkers, que confesó haber maleficiado al concejal Niels Pedersen, que se hallaba en Copenhague (Dinamarca). Dijo que para llevarlo a cabo se había hecho invisible y volado hasta Copenhague, junto con su colega Forthe Fudevik, donde vació un frasco de sal en la boca de Pedersen mientras éste dormía, de resultas de lo cual perdió el habla.
Asimismo reveló que había volado como un cuervo con otras dos mujeres para levantar un fuerte viento que destruyera el barco de Pedersen. Se debiera a fantasías provocadas por drogas, a exageraciones impuestas por los interrogadores, a viajes astrales o a clarividencia viajera, lo cierto es que Karen fue llevada a la hoguera junto con otras seis mujeres acusadas de brujería. Ello sucedió en 1670, el mismo año en que se celebró el célebre juicio del matrimonio Nypen.
El detallado informe que existe sobre este proceso pone de manifiesto que Ole y Lisbet Nypen no eran brujos que asistían al sabbat y adoraban al diablo, sino que practicaban la magia. Todo parece indicar que Lisbet era una mujer que poseía algunos poderes magnéticos extraordinarios y que seguía algunos encantamientos y rituales para curar pequeñas afecciones: sabañones, reumatismo, dolores de vientre, dolores de cabeza, etc. En algunos de sus ensalmos e invocaciones empleaba expresiones religiosas, como «en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo», que son de uso corriente en muchas fórmulas de hechicería, ya que en ésta se mezclan conceptos paganos y creencias cristianas.
Con el paso de los años, los vecinos de los Nypen fueron creando una especie de leyenda diabólica en torno a este matrimonio, murmurándose contra él y atribuyéndole todas las desgracias que acontecían a su alrededor. La hostilidad se hizo tan manifiesta que llegó el momento en que el mismo párroco tomó partido por la mayoría y acusó públicamente a Ole y Lisbet de ultrajar el nombre de Dios y de poner sus prácticas de encantamiento al servicio de Lucifer.
Presentada la correspondiente denuncia por brujería, el matrimonio fue interrogado en agosto de 1670. Ambos se declararon inocentes de los cargos que se les imputaban, uno de los cuales era que Lisbet había expulsado los demonios de unos poseídos para traspasarlos a otras personas que odiaba.
El juez Hans Edvardsen, presionado por el párroco y los vecinos, se dejó arrastrar por el delirio colectivo, y encontró culpables a los Nypen en cuatro puntos:
- Tomar el nombre de Dios en vano.
- Dañar a sus vecinos, volviendo locos a unos, dejando lisiados a otros, deformando a algunos…, y después curarlos para que les respetaran.
- Curar a gentes transfiriendo el demonio de éstas a sus enemigos o, fallando en esto, a animales.
- Que gozaban de gran reputación diabólica.
Ole y Lisbet Nypen fueron sentenciados a morir en la hoguera; la mujer, como mayor responsable, fue quemada viva, mientras que Ole fue primero decapitado y luego lanzado a las llamas. Este crimen tuvo lugar en Leinstrand, Trondheim.
Probablemente, el último proceso por brujería acompañado de ejecución en Noruega sea el de 1680, en el distrito de Sondmore, en que un hombre llamado Ingebrigt perdió la vida por haber reconocido que había asistido a varios sabbats en Dovrefjeld, en los cuales tocaba el tambor utilizando dos colas de ternero.
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