Era un día de mayo, celebraba el cumpleaños de mi hija, estaba feliz por eso, celebrándola con algo sencillo para festejarla, estábamos esperando a su papá, suena el teléfono pensando que era él, más no fue así, era la llamada de alguien que conocía, diciéndome que se había muerto mi abuelita, aunque para mi ella era mi madre, porque fui criada por ella.

Obviamente me puse triste quería verla pero me dijeron que ya la habían enterrado, me quedé sorprendida, pero a la vez no, ya que había problemas familiares por eso no avisaron, mucho menos a mi, tal vez por coraje, porque era la única que estuvo con ella en los últimos años, ya que hasta sus propios hijos se olvidaron de ella en vida.
Colgué el teléfono y me puse a llorar como loca, después de una hora llego, lo abracé con mucho sentimiento diciéndole lo que había sucedido, él me dijo que si quería que ir al panteón, de inmediato le dije sí.

Antes de ir allá, fuimos a la florería por un ramo de rosas, las favoritas que a ella le gustaban sus rosas rojas, luego de ahí llegamos al panteón, era de noche, no había mucha luz, solo la de la avenida por donde se ubica, la verdad no tenía miedo que nos saliera algún muerto, sino al velador o alguien mas, no recordaba bien el camino a su tumba, pero no me fue difícil dar con ella, ya que por lógica iba a haber muchas flores y coronas recientes porque ese día fue enterrada, obviamente llegué y había muchas flores todo lleno, pero saben les parecerá algo extraño, pero a pesar de tantas que tenía y que no había espacio, muy cerca de la lápida logré ver un hueco, era el espacio exacto para poner mi ramo de rosas rojas que llevaba, saben que me hizo pensar, que me estaba esperando, que no se podía ir, sin que le diera el último adiós .