Se dice que hace unos años atrás, en San Juan, cerca de los esteros que forman una “Y”, cada noche de invierno los lugareños veían pasar a un jinete, cada vez que el jinete pasaba se formaba una espesa niebla que no permitía ver nada a lo lejos. Debido a esta situación los lugareños evitaban salir pues decían que no se alcanzaba a ver nada.

Cuentan los pobladores que este jinete antes era un campesino muy pobre que trabajaba muy duro a sol y sombra para poder llevar el pan a su mesa, un día el campesino recibió la noticia de que un tío lejano había fallecido y le había dejado de herencia unas tierras, el tío de aquel humilde campesino ere una persona muy poderosa y con mucho dinero, tenía dos hijos y una hija, a los cuales el desheredo porque nunca se portaron bien con él.

Cuando el campesino se enteró del fallecimiento de su tío fue a recibir la lectura del testamento, su tío le había heredado toda su fortuna y las tierras en las que se decía había un tesoro que el mismo tío había escondido años atrás. Los hijos al enterarse de que su padre los había desheredado trataron de persuadir al campesino para que les regalara las tierras pero este se negó.

Los dos hombres y la mujer se fueron muy molestos no sin antes amenazar a aquel joven, tiempo después en una noche de invierno el pobre campesino recorría sus tierras montado sobre su caballo y a lo lejos se escuchó un disparo en cual alcanzo al joven, nadie supo quién fue el que le disparo, solo supieron que el joven antes de morir juro seguir cuidando sus tierras y no permitir que sus primos se quedaran con ellas.

Pasaron los días y según los lugareños un año después de la muerte del muchacho se comenzó a ver la silueta de un caballo pasear por entre la neblina y sobre el un jinete el cual sospechan que es el muchacho que acecinaron un año atrás.