Sea cual sea el origen de la posesión procede del demonio, razón por la que debemos estar atentos a los signos de un comportamiento inusual o rasgos de una personalidad extraña, pues los demonios son capaces de instalar sus propios deseos si estos son contrarios a los de su anfitrión, aprovechando los impulsos que ya existen abriendo el canal a los llamados Pecados Capitales, principal puerta de entrada para la posesión demoníaca.
Los rituales de exorcismo se practican desde la antigüedad, sin embargo es en año 1614 cuando la iglesia establece el Rituale Romanum; una serie de procedimientos de rutina para tratar todo tipo de posesiones. Ningún sacerdote se prepara para ser Exorcista, pues durante sus largos estudios ven materias como: escatología y gracia, demonología y angelología cristiana ambas rama se encargan de estudiar sus relaciones, haciendo alusión a sus orígenes y naturaleza. Pero solo es la fuerte oración y el estado de gracia el que determina a un buen exorcista.
No actuará deliberadamente sin tener el examen médico y siquiátrico debido a que la iglesia siempre se asesora en la ciencia. Una vez descartada la alucinación, paranoia e imaginación producida al tipo de lectura, películas o cosas en la que se involucra el individuo afectado, solo así tomará acciones luego de un permiso específico de su Obispo.
Según la Biblia, cualquier hombre bautizado puede practicar un exorcismo, pero la mayoría de las veces el rito es oficiado por un sacerdote católico con una larga trayectoria dentro del exorcismo, no obstante puede haber ciertos laicos exorcistas, todo depende de la persona y el Obispo que lo ministra, pero se les advierte que la lucha contra el demonio es muy fuerte y que pueden ser víctimas propiciatorias, mientras que los sacerdotes tienen tanto el poder de palabra como de oración que es lo que los diferencia de otras culturas y religiones, al demonio se le debe enfrentar con embestidura y símbolos poderosos e incluso con sacramentales.
Esto hay que tenerlo muy en cuenta debido a que muchas prácticas de hoy día son una llamada a las potencias infernales, y ciertas religiones abren puertas que jamás podrán ser cerradas. El demonio a conseguido su primer fin, hacer creer que no existe y de esta manera van introduciéndose en la vida cotidiana sin que sepan que ciertas cosas y ciertos hechos están vinculados con el mal.
La persona poseída siente una notable lucidez, no obstante se establece en su mente una serie de pensamientos fijos; es decir la obsesión. Alternado su comportamiento comienza a sentir que su fuerza física aumenta a veces acompañado de violentas convulsiones, algunos pueden revelar cosas secretas. Tiende a tener repulsión por ciertas comidas, repeler objetos sagrados como cruces y medallas de santos.
La mayoría de las veces ignora por completo lo que le ocurre, siendo inconsciente de sus actos.
Se comienza con la Infección: Es el punto de entrada donde el demonio logra acceder a la víctima y a ejercer su influencia.
Le sigue la Opresión: La víctima se debilita física y emocionalmente, manifestando un comportamiento inadecuado y muchas veces asume hábitos inmorales, olvida cosas sencillas, como comer o asearse.
Luego la Aceptación: Empieza a desear el control de su invasor. Esta etapa marca el final de la obsesión demoníaca y da inicio de la posesión propiamente dicha, pero esta no puede ocurrir sin el consentimiento, aunque sea subliminal, de la persona poseída, pues se establece una especie de pacto a nivel inconsciente.
Cuando la posesión se concreta las cosas pueden tomar dos caminos alternativos: Si procede de una entidad del plano astral normalmente buscará satisfacer sus deseos y apetitos por cuestiones mundanas. Si la realiza un demonio, su propósito es conducir a la víctima al suicidio.
La posesión demoníaca se manifiesta también por rasgos externos debido a que tanto la apariencia y el comportamiento de la víctima cambian radicalmente. Puede de improviso volverse intérprete de fenómenos paranormales, lenguaje obsceno y explosiones de ira. Independientemente de su consciencia, intenta expulsar al intruso a través de la orina, vómitos, sudor y esputos. Las conocidas convulsiones, contorsiones y expresiones faciales aterradoras no proceden del demonio ni de su consciencia; son sus músculos, su propio cuerpo que se resiste a ser controlado por una voluntad foránea, por lo que no hay que temer cuando se manifiestan.
Durante esta fase crítica, donde la consciencia del sujeto ya ha sido controlada por el demonio, pero no así su organismo, ocurre el llamado don de lenguas, capacidad de hablar idiomas desconocidos, así como la levitación y la telequinesis. La voz del ente es aguda, penetra en los deseos secretos, vicios o pecados más inconfesables. Al abrir estas puertas, la mente del exorcista puede incluso desear, a nivel inconsciente, ser poseído.
Algunas veces la entidad demoníaca puede ser expulsada antes de que la posesión cierre su círculo. Otras, requiere semanas, incluso meses y años de constantes exorcismos. Una tercera posibilidad, acaso la peor, también puede presentarse la llamada “transient possession”, cuando la entidad invasora entra y sale del cuerpo de su víctima.
Importante, los exorcistas y sus asistentes también son proclives a ser poseídos durante el ritual por lo que todo el que asiste debe tener fuerte oración. Hay que estar muy bien preparado, auto proclamarse exorcista lleva no solo un peso si no una gran responsabilidad.
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