En el poblado de San Sebastián, cien años atrás aproximadamente habían muchas machas en toda la playa de la zona, los habitantes de la localidad sustentaban sus gastos de lo que sacaban vendiéndolas. La recolección de las machas lo realizaban exclusivamente las mujeres, ellas eran las encargadas de buscarlas y recolectarlas, como en ese tiempo aun no existían los trajes de baño, las mujeres del poblado se levantaban los vestidos para no mojárselos al entrar al agua.

Los hombres de aquel poblado se iban a la playa a mirarlas, con el paso del tiempo la recolección de machas se convirtió en una especie de adicción ya que comenzaron a competir entre las mujeres al grado de querer recolectar más que las demás para poder ser mejores.

El cura de aquel poblado en esa época al darse cuenta de que aquella costumbre se estaba saliendo de control decidió lanzar un conjuro para desaparecer las machas extinguiéndose en su totalidad o que fueran arrastradas por las corrientes a otro lugar, hasta que la generación completa de los pobladores de aquella época se acabara. Una vez cumplida esta última parte del conjuro las machas debían regresar a las playas de San Sebastián.

Pasaron los años y la generación de pobladores fue muriendo, así también el cura del pueblo que en ese momento había lanzado aquel conjuro, pero se dice que hace aproximadamente unos 7 años el nuevo cura lanzo otro conjuro con el cual deshizo el conjuro anterior, pidió que las machas pudieran volver a aparecer y con ello sus nuevos habitantes pudieran tener una fuente extra de vida.

Así fue como ocurrió y desde ese día el pueblo de San Sebastián pudo volver a recolectar las machas para sustentar su vida.