Era yo adolescente, aún era un estudiante de colegio y tenía por costumbre ir a ver películas los Viernes en la noche a casa de un amigo, podríamos ver tanto de acción, como de terror o porno hasta casi las 11 de la noche, hora muy tarde para mi edad en aquel entonces. Aquel Viernes habíamos alquilado una llamada la bruja, la cual nos asustó bastante y después de esta película nos quedamos contando historias de miedo, algunas de ellas del barrio.
Al terminar me regresé a casa solo teniendo que atravesar ese pasaje angosto en el que no se lograba ver el final de la calle, debido a las matas y pequeños árboles que tenía en el medio. Llegué a casa nervioso, y me acosté pensando en esas cosas que contaban mis amigos de barrio, sobre la mujer que pedía fuego en la noche y que era una bruja, sobre la tabla que le pegaban en la espalda cuando uno pasaba por aquel pasaje, sobre la mujer bonita que no tenía ojos, etc.

Me quedé dormido, pero algo me despertó, creo haber escuchado una respiración en mi habitación y unos rasguños. Puse atención y efectivamente esa respiración venía de debajo de mi cama y los arañazos también. Podía gritar y despertar a mi familia, pero estaba paralizado de terror. Empecé a orar y a llorar, estaba oyendo ese ruido, venía de debajo de mi cama. Recordé que tenía una pequeña linterna en el sillón al lado de mi cama, estiré la mano y tanteando la agarré.

No sabía qué hacer, realmente estaba cubierto por el miedo, era una respiración agitada, pero no constante. Y los arañazos… estaba cagado de terror. Así que me animé a ver lo que había, solo rezaba para poder gritar después de lo que viera, comprobé que la linterna funcionara y sí que alumbraba.

Miré por debajo de la cama, pero en la noche no se veía absolutamente nada, lo que estuviese ahí lo tenía cerca de la cara, estaba respirando, apunto con la linterna y aprieto el botón. Un haz de luz salió iluminado el interior de la cama, casi me da un infarto, mi corazón iba a mil por hora; un ser enorme, negro, con la lengua afuera me miraba con sus ojos brillantes y dientes puntiagudos, de orejas igual de puntiagudas parecía divertirse al verme. No sé en qué momento se acercó a mí y me lamió la cara varias veces. Fueron 2 segundos desde que encendí la linterna. Inmediatamente quedé parado sobre la cama, contra el rincón de la pared. Grité y creo que todo el barrio oyó mi grito.
Era obvio que mi familia se despertó, mi papá se levantó como un resorte y un segundo después estaba en mi habitación, encendió la luz y al verme con cara de haber visto un fantasma me preguntó qué pasaba, mi mamá a lo lejos decía que ya estaba peleando en sueños. Yo le contesté a mi papá que había alguien debajo de mi cama, pero justo en ese momento de debajo de la cama salía Sasha, la Chow Chow negra que me había regalado años atrás, movía la cola en busca de alguna caricia o muestra de cariño.

Mis papás me prohibieron quedarme hasta tarde los Viernes y lo de ver películas de terror mucho menos, era impensable.